En los últimos días de febrero en Argentina se festejan los carnavales. Esta celebración de origen cristiana fue instalada por los españoles y sus características variaron de acuerdo al contexto y al estatus social. En tiempos de la Colonia, los sectores populares participaban en los bailes de máscaras que se realizaban en el teatro de La Ranchería, mientras que los sectores pudientes lo hacían en la Casa de Comedias. Luego, los carnavales fueron transformándose hasta convertirse en espacios de diversión y juego, en donde el anonimato de los disfraces funcionaba como forma de borrar – por un instante – la desigualdad de las clases sociales.
Un poco de historia
En 1600, el carnaval en la Argentina comienza a celebrarse por españoles y esclavos negros en espacios públicos, donde bailaban y jugaban con agua. Las clases altas se oponían a estos festejos, por lo que entre 1770 y 1784 los bailes se limitaron a lugares cerrados. Posteriormente, durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas y hasta 1854, se prohibieron estas celebraciones siendo castigadas con azotes y hasta un mes de cárcel.
En 1861 prevalecían las diferencias entre los blancos y los negros descendientes de esclavos, por lo que cada uno de ellos festejaban en espacios privados. Un ejemplo fue el caso de las comunidades afro argentinas, quienes se reunían para celebrar el carnaval porteño en “El Shimmy Club” que contaba con dos espacios: la planta baja, en donde las orquestas interpretaban tango, jazz y música tropical; y el subsuelo, donde las familias llevaban sus tambores y bailaban candombe y rumba. Este espacio era el único que les permitía reunirse y compartir parte de su historia, ya que a través de los tambores conectaban con sus ancestros y con sus descendientes africanos.
En 1869, durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, se promueve el primer corso oficial de la Ciudad de Buenos Aires, dicho acontecimiento se produjo después de que el prócer participó de los carnavales en Italia, donde conoció las clásicas máscaras venecianas y quedó atraído por la idea del anonimato de los disfraces como forma de borrar las desigualdades sociales.
Descendencia y carnaval
La migración a Buenos Aires de mediados de siglo, proveniente de las provincias argentinas y de los países limítrofes, generó un fuerte impulso en las murgas porteñas. Tal es el caso de las culturas indígenas del norte, quienes se fusionaron con la influencia española, sincretismo del que nacieron carnavales únicos, como los que se celebran en Jujuy, Salta y La Rioja.
En cuanto al litoral, en los carnavales de Gualeguaychú (Entre Ríos) y Corrientes, dominan las comparsas de influencia brasileña, quienes a su vez heredaron las costumbres africanas y europeas.
A lo largo de la historia existió una combinación en los modos de festejar los carnavales, ya que dependiendo las zonas, costumbres y los contextos históricos, fueron tomando diferentes formas de expresión ya sea candombe, murgas y los corsos tradicionales.
¿Y vos, tenés el carnaval en la sangre?
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