Cada 27 de marzo se celebra el Día Mundial del Viagra, en reconocimiento a uno de los avances médicos más revolucionarios en el campo de la sexualidad: la creación de la pastilla azul cuyo fin es ayudar a los hombres que tienen disfunción eréctil. Este fármaco ha sido de gran ayuda desde su creación, hace 24 años, aunque la problemática continúa siendo motivo de estudio de científicos en todo el planeta.
Se conoce como disfunción eréctil a la incapacidad o dificultad para mantener una erección durante las relaciones sexuales. Esta condición tiene alta prevalencia en los hombres en edad adulta e impacta no solo en la vida sexual de la persona, sino en otras áreas de su vida cotidiana, y puede estar directamente relacionada con la baja autoestima y la inseguridad.
Debido a que la erección se produce tras la dilatación de las arterias del miembro, los problemas en la circulación sanguínea causados por condiciones como hipertensión, diabetes, colesterol alto u obesidad pueden dificultar el flujo de la sangre hacia el órgano. Por ello, la disfunción eréctil puede ser indicativa de una mala circulación sanguínea, lo que implica un riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares o infartos.
También puede ser un reflejo de problemas neurológicos, como enfermedades degenerativas, o problemas psicológicos como ansiedad, estrés y depresión, ya que la erección es estimulada por neurotransmisores. El tabaquismo, el alcoholismo y el uso de ciertas drogas también pueden comprometer el desempeño sexual.
Una vez que se logra determinar las causas, que varían de acuerdo a las características de cada persona, se pueden recomendar tratamientos que van desde el apoyo psicológico hasta el uso de medicamentos o la cirugía.
En el caso de los tratamientos farmacológicos, los medicamentos más utilizados son los inhibidores de la fosfodiesterasa, una enzima que degrada el monofosfato de guanosina cíclico (cGMP). Los principales inhibidores de la fosfodiesterasa utilizados en el tratamiento de la disfunción eréctil son sildenafil (Viagra), tadalafil, vardenafil, avanafil y lodenafil.
El uso de Viagra y el factor genético
“La disfunción eréctil puede estar influida por la genética. Si bien hasta el momento no hay un estudio específico que prediga el riesgo de disfunción eréctil en base al ADN, existe un análisis de un gen denominado GNB3, que permite conocer si el tratamiento tiene posibilidades de ser efectivo y cómo reacciona el cuerpo al Viagra”, explicó Ricardo di Lazzaro médico, especialista en genética y socio fundador del laboratorio Genera.
“La variación TT de este gen indica una mayor probabilidad de respuesta en los tratamientos de disfunción eréctil con sildenafilo (Viagra). Esto significa que los hombres que tienen esta mutación en su gen pueden tener un tratamiento más efectivo cuando usan este medicamento. Por otro lado, las personas con otras variaciones en el gen (CC o CT) pueden tener una respuesta estándar menos eficiente a tratamientos con el fármaco”, agregó el genetista. En este escenario, Genera, el primer laboratorio de Latinoamérica especializado en genómica personal cuenta con un test de ADN sobre “Farma” que analiza entre otros, este gen que indica la respuesta del cuerpo al sildenafilo.
Además, el laboratorio busca ayudar a la población procurando que las pruebas genéticas sean más accesibles para todos y promoviendo el bienestar a través del autoconocimiento. En este sentido, ofrece varios tipos de informes que a partir de una muestra de ADN recolectada por saliva es posible descubrir cómo reacciona el organismo frente a distintos medicamentos, así como la predisposición a enfermedades genéticas y varias otras características del cuerpo.
Por otra parte, es importante aclarar que la presencia o ausencia de una variación genética en el cuerpo no define por completo la eficacia de un fármaco. Existen varios otros factores genéticos y ambientales, como la existencia de comorbilidades, el estilo de vida y el uso de otras sustancias químicas, que pueden influir en los tratamientos farmacológicos. Por lo tanto, es recomendable adquirir ciertos hábitos para reducir los riesgos de disfunción eréctil, como mantener una actividad física regular y una dieta saludable, y evitar el consumo de alcohol y otras drogas.